Lo has hecho todo: eliminar carbohidratos, saltarte comidas y esforzarte al máximo, pero la báscula no se mueve. Cada mañana empieza con buenas intenciones, pero termina en frustración, agotamiento y dudas. Te miras al espejo y te preguntas por qué tu esfuerzo no da frutos, deseando que tu cuerpo por fin empiece a trabajar contigo en lugar de en tu contra.