Nota la suavidad en la parte superior de sus brazos y las arrugas cada vez más profundas en su rostro, sutiles recordatorios de la quietud del tiempo. Su piel, antes suave, ahora se siente más flácida, menos radiante y más difícil de disimular, por mucho que lo intente. A pesar de usar innumerables cremas y promesas en frascos, nada le devuelve esa sensación de juventud y seguridad que tanto anhela.